domingo, 15 de marzo de 2009

Casa de muñecas

No; eso es realmente lo que pasa; no me comprendes. Y yo nunca te he comprendido tampoco... hasta esta noche. No, no me interrumpas. Vas a escuchar todo lo que yo te diga... Vamos a ajustar nuestras cuentas, Torvaldo.
Nunca me quisisteis. Os divertía el capricho de jugar con la niña.
Me llamaba su muñequita, y jugaba conmigo, ni más ni menos que yo con mis muñecas.
(¿No has sido feliz aquí?) No, nunca. Creí serlo; pero no lo he sido jamás.
Me llevo todo lo mío. De ti no quiero nada, ni ahora ni nunca.
Pero no lo puedo remediar, ya no te amo.
Ha sido esta noche, al ver que no se realizaba el milagro esperado. Entonces comprendí que no eras el hombre que yo me imaginaba.
(Pero no hay nadie que sacrifique su honor por el ser amado.) Lo han hecho millares de mujeres.
(Puedo transformarme...) Quizá... si te quitan tu muñeca.